Ahora queremos hablarte de el poder del amor. Esta palabra ha sido tan trillada y abusada por tantas y tantas entidades que –escudándose en su nombre– han perpetrado los crímenes más horrendos de la humanidad. Por esta razón, escucharla o leerla ya despierta resentimiento en la mente y en el corazón de muchas personas.
No vamos a meternos en el intrincado laberinto que arman algunos tratando de definirlo, mejor describimos situaciones prácticas que nos ayudan a percibir la diferencia entre la persona que ama y la que no lo hace, porque el amor no es para predicarlo, es para vivirlo.
Está comprobado que si estamos enamorados, nuestra capacidad de disfrutar lo que hacemos y de sacarle provecho al tiempo se desborda; nuestros motivos para la acción alcanzan su cenit, nos volvemos más laboriosos, más eficaces, gracias al impulso de amar; llegamos a hacer esfuerzos físicos y mentales que dificilmente podríamos realizar bajo el efecto de sentirnos solos, desmotivados, desencantados… en fin, el poder del amor ejerce milagros en nosotros: nos volvemos más activos, nos enfermamos menos, disfrutamos más.
Y no solo el amor por nuestra pareja llena de fuerza el impulso de nuestro combate por la vida; hay otros amores que influyen y nos alientan a vivir, por ejemplo:
El amor por nuestros hijos. Seres fantásticos que llegan al mundo a través de nosotros, con millones de preguntas envueltas en curiosidades, sueños y expectativas; nos regalan sonrisas, afecto, agradecimiento... se convierten en la prolongación de nuestras vidas ¿Puede haber algo más motivante?
Ahora ampliemos nuestro círculo de relaciones y observemos lo estimulante que es contar con el amor de nuestros familiares, amigos y conocidos.
Es tiempo ya de comportarnos como seres humanos, seres superiores, sin egoísmos, envidias e indiferencias. Recordemos las palabras del poeta Kier, que nos dicen: «Haz del amor una realidad a tu alrededor y no una cosa vaga apartada de ti. Está ahí presente, úsalo y vívelo, dalo a todos sin excepción. Debes amar a todos, sin importarte que lo merezcan o no, según tus ideas. Toda alma nos es querida y tienes que amarlas a todas, como vehículo universal. Da el amor con abundancia, sin importarte lo que los demás hagan. Sé puro, fuerte y ama. Vive con el amor siempre, hasta que se convierta en el latido de tu corazón, en aliento mismo de tu vida.»
Y cómo no hablar de el amor por la vida en nuestro hilo de amores que reconfortan, si este amor nos conduce a valorar todo lo que a nuestro alrededor existe: amar la vida es amar a nuestra familia, a toda la gente, amarnos a nosotros mismos y lo más hermoso: es amar todo lo creado por Dios.
De tal manera nuestro deber es amar desde lo más pequeño –allí donde yace lo que parece ser el origen de la vida– hasta lo macro, que abarca todo el universo del que somos una porción, aunque muy pequeña, muy valiosa.
Ama la naturaleza con todos sus encantos y su poderosa energía; maravíllate ante una fruta colgando de un árbol.
Admira la belleza de las flores y su extraordinaria composición.
Ama los pájaros, los animales en todas sus especies. Maravíllate ante el canto de las aves o el rugir de un fiero león.
Ama la música y las notas que tejen una melodía que al escucharla, nos transporta a mundos intagibles y magníficos paraísos.
Asómbrate con el único ser sobre la faz de la tierra que tiene la facultad de sonreir y de regalarnos esa sonrisa.
Ama a Dios, el hacedor del universo y a su hijo Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores; la luz del mundo; el camino, la verdad y la vida; el pan de vida que ha bajado del cielo para enseñar a la humanidad –en su propia carne– cómo es que se hace y se vive el amor.
¡Vive el poder del amor!♥
Revista Sembradores