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martes, junio 29, 2021

El califa


Un califa llamado Al-Mamun poseía un hermoso caballo árabe con el que estaba encaprichado el jefe de una tribu, llamado Omah, que le ofreció un gran número de camellos a cambio, pero Al-Mamun no quería desprenderse del animal. Aquella negativa encolerizó a Omah de tal manera que decidió hacerse del caballo fraudulentamente.

Sabiendo que Al-Mamun solía pasear con su caballo por un determinado camino, Omah se tendió a la orilla del mismo disfrazado de mendigo y simulando estar muy enfermo. Al-Mamun, que era un hombre de buenos sentimientos, al ver al mendigo sintió lástima por él, desmontó y le ofreció llevarlo a un hospital.

“Por desgracia, –se lamentó el mendigo– llevo días sin comer y no tengo fuerza para levantarme”. Entonces, el califa lo alzó del suelo cuidadosamente y lo montó en el caballo, con el propósito de montar él a continuación. Pero en cuanto el falso mendigo se vio sobre la silla, salió huyendo al galope. Al-Mamun corrió tras de él gritándole para que se detuviera. Una vez que Omah se distanció lo suficiente de su perseguidor, se detuvo.

—¡ESTÁ BIEN, ME HAS ROBADO EL CABALLO!, –gritó Al-Mamun– —¡AHORA SOLO TENGO UNA COSA QUE PEDIRTE!

—¿DE QUÉ SE TRATA? –preguntó Omah– también a gritos.

—¡QUE NO CUENTES A NADIE CÓMO TE HICISTE DEL CABALLO!

—¿Y POR QUÉ NO HE DE HACERLO?

—¡PORQUE QUIZÁS UN DÍA PUEDA HABER UN HOMBRE REALMENTE ENFERMO TENDIDO JUNTO AL CAMINO Y, SI LA GENTE SE HA ENTERADO DE TU ENGAÑO, TAL VEZ PASEN DE LARGO Y NO LE PRESTEN AYUDA!

 

Podemos ver reflejado en esta historia el estado actual de nuestra sociedad donde se ha perdido la confianza y aún el respeto por quienes nos rodean, porque podemos ser asaltados en nuestro buen ánimo.

Es normal ver la indiferencia de la gente ante las dificultades y problemas de otros, no nos inmutamos, hacemos caso omiso y seguimos por nuestro camino. Poco a poco los valores de convivencia y socialización se han ido perdiendo, ya sea por las exigencias actuales del mercado que nos obligan día a día a ser más competitivos, a buscar la excelencia y con esto el mejor desempeño en todas nuestras actividades y terminamos viendo a los demás como un enemigo en potencia.

Otro factor importante que ha conducido hasta esta deshumanización es la desconfianza que nos produce la gente, todo el tiempo vemos en los noticieros los grandes fraudes, los robos que se cometen por avaricia y minan nuestra sensibilidad y ganas por ayudar y contribuir al mejoramiento de la sociedad por el simple hecho de no caer en uno de esos engaños.

Es cierto que las condiciones no son las más propicias, de hecho hace muchos años que no lo son, pero no podemos esperar a que el ambiente sea ideal, si bien la excelencia nos ha llevado a avanzar económica y tecnológicamente, es necesario que volvamos a cultivar los más altos valores de convivencia como la sinceridad, el servicio, la cooperación para seguir contribuyendo a una sociedad más humana. ♥︎

lunes, junio 28, 2021

El hogar de la PAZ

Resulta preocupante ver como un planeta como el nuestro, con la civilización que alardea ser la más sabia e inteligente: la humana; lleva tanto tiempo buscando algo tan elemental y sencillo como La Paz, ese “estado tan natural" que nos brinda la vida como consecuencia lógica por el solo hecho de existir. Sin embargo, hoy la mayoría de nuestros esfuerzos como integrantes de este sistema mundial no van encaminados a solucionar los conflictos que en este mundo se generan para perturbar La Paz. ¿Qué sucedería si todos los factores que constituyen este sistema: políticos, religiosos, sociales, salud, culturales, educativos, militares y económicos, entre otros... estuvieran trabajando en unidad tan solo por el desarrollo humano? De seguro tuviéramos una sociedad mundial muy diferente a la que tenemos. Pero lejos de hacer esfuerzos pro humanos en favor del bien y la bondad, han emprendido una rebelión que a todas luces procura la extinción total de la humanidad. No podemos dejarle a las futuras generaciones el lastre de los horrores de la barbarie y la violencia, pues ya conocemos sus frutos tan amargos.

La vida es como una competencia de relevos, en donde cada competidor se esfuerza y entrega lo mejor de sí mismo para que el próximo competidor del equipo, parta en la mejor posición y con la mejor ventaja. La rebelión mundial contra la humanidad agrupa a todos los factores de la sociedad y parece estar teniendo éxito, el engaño es tan sublime que la mayoría no lo percibe, pero la verdad es que está destinada a ser derrotada, su final está cerca. En este sentido, la mejor forma de participar en la carrera de la humanidad y tomar ventaja ante la rebelión, es armarnos con las armas del conocimiento profundo de nosotros mismos, de nuestro origen y del mundo en que estamos. Este es el único camino para la solución de toda la confrontación. Ahora tan solo nos falta compromiso y sinceridad como parte que somos de este conflicto.

Lo que resulta paradójico y en todo sentido  cuestionable, es el hecho de que, si el objetivo común de todos los factores que conforman la rebelión es el bienestar de la humanidad, entonces ¿Dónde se generan las diferencias? ¿Será que existen intereses personales y no sociales de alguna de las partes, o tal vez de todas las partes? ¿Quién la está financiando…? ¡Perdón! quise decir impulsando. Puede también que haya sinceridad en alguna de las partes y que se esté fallando no en la intención, sino en las estrategias. Todo esto lo dejamos al buen juicio y criterio de quienes intervienen en la rebelión. Y que sea el Dios Padre Creador quien guíe sus mentes, sus corazones y su recto obrar.

Por otra parte, está la humanidad que en su gran mayoría interviene como elemento pasivo, esperando a ver qué sucede. Cuando a la verdad, todos podemos participar de una forma activa; no con armas, ni involucrándonos en el conflicto, sino más bien, preparando el lugar donde va a habitar La Paz: “nuestros corazones” y luego hacerla extensiva en nuestros hogares, nuestros trabajos, en las calles y en todas las actividades humanas; asumiendo una actitud de tolerancia, respeto y amor hacia los demás.  Esperamos, está bien, que los frutos estén maduros para nosotros, pero no olvidemos que también nosotros debemos estar maduros para los frutos. La pregunta que ahora sigue es: ¿Estamos maduros para La Paz? O ¿Aún están armados nuestros corazones? De nada servirá liberarnos del yugo de las armas y de la guerra si dejamos vivos a sus padres en nosotros (el odio, la envidia, el egoísmo, la mentira y la injusticia…). Pues más adelante serán ellos los protagonistas de nuestros conflictos sociales. No habrá paz social, si primeramente no hay paz personal.

Comencemos ahora, y seamos cada uno de nosotros, el primer lugar que dé albergue a La Paz. ♥︎