Una de las primeras cosas que aprendí en la escuela de
sociología fue que la sociedad es un grupo de personas con intereses comunes
que se relacionan entre sí. El hombre como protagonista de lo socialmente
establecido, como la razón de ser de la historia, como la materia prima del
universo. Sin embargo, me da la impresión de que a veces de manera inconsciente
invertimos mayores recursos en tiempo y dinero a los procesos que configuran lo
humano, que a lo humano mismo. Es por eso que se hace cada vez más común
presenciar cómo un empresario tira la casa por la ventana cuando se trata de
comprar maquinarias, sistemas operativos e insumos para su compañía y a su vez
se aleja de una manera preocupante de la inversión en la capacitación y
formación de su personal tanto técnica como emocionalmente.
Es contradictorio. Por un lado deseamos mejorar las
utilidades de nuestras empresas y vidas, pero por otro le damos la espalda a la
inversión en el talento humano, que es el eje sobre el cual se construye el éxito.
¿Conoces alguna empresa que logre funcionar a control remoto, con la presencia
de robots y la ausencia de hombres y mujeres? No existen. Lo que sí existen son
empresas conformadas por seres humanos en quienes recae la responsabilidad, a través
de sus recursos y creatividad, de salir adelante y así darles a sus compañías
un repunte tanto financiero, como social.
En definitiva, el talento es lo que nos identifica como
seres humanos, es lo que nos alienta a vivir, es lo que en ocasiones nos
reconcilia con la vida, nos da propósito, nos fusiona a un estilo de vida
superior en donde lo que buscamos es crear, inventar, darle al mundo ideas que
nos permitan no solo agruparnos como sociedad sino también reconciliarnos con
nosotros mismos.
Estas y muchas razones más me han llevado a dictar
talleres, conferencias incluso crear una audio-conferencia sobre talento en
donde trato de explicar la importancia de conectarnos a nuestros talentos y
destrezas, es decir, saber de qué somos capaces y no pasarnos la vida subestimándonos,
devaluándonos y desacreditándonos, como si la vida siempre estuviera
confabulada en nuestra contra. El talento que todos y cada uno de nosotros poseemos
es la llave que abre nuestra puerta al progreso, es nuestro boleto al
desarrollo, no existe mejor opción para cualquier ser humano que tener claridad
con respecto a cómo ganarse la vida mediante sus mejores habilidades.
Desconocerlo nos coloca de espaldas a la prosperidad y nos envía directamente a
la pobreza.
Es increíble cómo perdemos tiempo buscando caminos que nos
lleven a un éxito inmediato a través de atajos, ignorando que en nosotros
mismos vive una posibilidad -talento- que si la sabemos utilizar, somos
perseverantes y nos disciplinamos, nos daría un retorno económico, espiritual,
social y ético inimaginable. Nuestras carencias materiales, existenciales tal
vez, pudieran tener su origen en el desconocimiento de lo que somos capaces de
hacer, en nuestra desconexión con aquello que nos caracteriza y nos distingue
como humanos. De ahí la importancia de darnos a la tarea de indagarnos,
conocernos tener consciencia, identificación, conexión y aplicación de nuestro
talento.
Por ejemplo: Imaginemos que siempre has sido habilidoso al
momento de enfrentar la tecnología, es decir, manejar un teléfono móvil, una
computadora, una tablet y cualquier otro dispositivo moderno; que
adicionalmente amas utilizarlos, el tiempo se te pasa volando, incluso olvidando
comer, tomar agua y hacer cualquier actividad cotidiana mientras los utilizas.
Es muy probable que esa sea una de tus habilidades, considerando tus niveles de
creación y pasión en el tiempo invertido. Ante una situación de tales
características cabría la pregunta: ¿Qué hacer?
Yo diría que estructurar esa pasión y meditar cómo lograr
convertir esa actividad en una forma de ganarse la vida. Fue así como lo
hicieron hombres como Bill Gates, Steve Jobs, entre otros.
Así pues, Una vez que eso está definido, toma en cuenta que
el talento nunca es suficiente, es decir, debe ir acompañado por la necesidad
de siempre superarse, de nunca creer que ya te las sabes todas. Todo lo
contrario, estar atento a cualquier sugerencia que enriquezca tu trabajo.
Sucede que la mayoría de las personas se dedican a
actividades que aunque pueden llevarlas a cabo, no son precisamente con las que
se sienten más ingeniosos y felices, pero dada la necesidad de obtener un
salario o el miedo a no poder vivir de eso que aman, terminan invirtiendo su
tiempo en actividades que abastecen sus vidas de seguridad, pero no de satisfacción
y realización. Entiendo que no es sencilla esa transición, es un duro camino,
sin embargo es la ruta más segura, no por las ausencias de dificultades sino
por la certeza de oportunidades.
Siempre me he dicho: José Jacinto estás en esta tierra no
solo para comer, dormir, trabajar, tener una familia, alcanzar una jubilación y
finalmente morir. Debe existir un propósito adicional, debe existir una razón
trascendente que justifique nuestra presencia en este mundo.
La respuesta que encuentro es: creación, invención e
inmortalidad. Entonces encuentro que el vaso comunicante entre nuestras
destrezas y ese sentimiento de trascendencia, es el talento.
Ya que solo conectándonos a lo mejor de nosotros tendremos
la oportunidad no solo de conocer la mejor versión de cada uno de nosotros,
sino también la mejor versión de nuestras sociedades.
He tenido la oportunidad de validar estos conceptos
capacitando empresas y asesorando desde deportistas profesionales hasta
gerentes de compañías en distintos estados de Venezuela y al final concluyo que
las personas más exitosas que conozco son aquellas que logran engranar su
talento, pensamientos y acciones, es decir, su imaginación y certeza de lo que
anhelan de la vida a sus conductas y acciones. Cuando así lo hacemos puede que
nos ocurra lo mismo que al rey Pigmalión quien se enamoró de una estatua de
mujer que él mismo había moldeado de una manera tan profunda, que la diosa
Afrodita decidió darle vida para que Pigmalión pudiera casarse con ella. Al
final, esta historia nos enseña cómo los resultados que obtenemos están
determinados por nuestras propias expectativas.
¡Vive por tus talentos, que ellos de seguro te honrarán a
ti! ♥︎
Soc.
José Jacinto Muñoz
gravitacom@gmail.com