¿Quieres ser exitoso en tu trabajo? Entonces, trabaja con excelencia. No hagas nada ni ofrezcas nada que no sea lo mejor que puedas dar. Cada parte de tu trabajo, por insignificante que parezca, debe llevar tu sello de excelencia. Son precisamente los pequeños detalles, después de que el hombre promedio daría por terminada su labor, los que hacen la fama del maestro. ¿Quieres ser el maestro de tu trabajo? Entonces, lucha por la calidad y no tanto porque copien tu nombre.
La reputación es todo tu capital. Así que no permitas que un trabajo mal hecho o inferior salga de tus manos. Los jefes detectan de inmediato el sello definitivo de la superioridad. Un jefe no pierde de vista al empleado que lleva el sello de la excelencia, que se afana en su trabajo, que lo hace bien hasta terminarlo. Estos empleados son el semillero de nuevos empresarios, de hombres triunfadores, orgullosos y felices.
Los pasos para ascender en tu trabajo se construyen poco a poco, mediante el desempeño fiel de las tareas cotidianas más humildes y comunes. El éxito se oculta, precisamente, en las tareas sencillas. Triunfar no es difícil, solo se necesita hacer las cosas un poco mejor que quienes están a nuestro alrededor.
No hay nada equivalente a estar enamorado de la precisión. Tener como principio, a todo lo largo de nuestra vida, luchar siempre por la excelencia. Ninguna característica como el hábito del esmero, la meticulosidad y la precisión. El hombre de éxito y feliz es quien desempeña su trabajo con honestidad y excelencia, y no solo por un salario o por lo que pueda obtener a cambio.
Un trabajo bien hecho no solamente nos proporciona orgullo y seguridad, sino también abundancia de bienes. ¿Quieres tener abundancia en tu vida? Entonces, trabaja con excelencia en todo lo que haces, incluso en las tareas más sencillas. El éxito, el triunfo y la felicidad están al alcance de tus manos si te esfuerzas por dar siempre lo mejor de ti.
Revista Sembradores