Resulta
preocupante ver como un planeta como el nuestro, con la civilización que
alardea ser la más sabia e inteligente: la humana; lleva tanto tiempo buscando
algo tan elemental y sencillo como La Paz, ese “estado tan natural" que
nos brinda la vida como consecuencia lógica por el solo hecho de existir. Sin embargo,
hoy la mayoría de nuestros esfuerzos como integrantes de este sistema mundial no
van encaminados a solucionar los conflictos que en este mundo se generan para
perturbar La Paz. ¿Qué sucedería si todos los factores que constituyen este
sistema: políticos, religiosos, sociales, salud, culturales, educativos, militares
y económicos, entre otros... estuvieran trabajando en unidad tan solo por el
desarrollo humano? De seguro tuviéramos una sociedad mundial muy diferente a la
que tenemos. Pero lejos de hacer esfuerzos pro humanos en favor del bien y la
bondad, han emprendido una rebelión que a todas luces procura la extinción
total de la humanidad. No podemos dejarle a las futuras generaciones el lastre
de los horrores de la barbarie y la violencia, pues ya conocemos sus frutos tan
amargos.
La
vida es como una competencia de relevos, en donde cada competidor se esfuerza y
entrega lo mejor de sí mismo para que el próximo competidor del equipo, parta en
la mejor posición y con la mejor ventaja. La rebelión mundial contra la
humanidad agrupa a todos los factores de la sociedad y parece estar teniendo éxito,
el engaño es tan sublime que la mayoría no lo percibe, pero la verdad es que
está destinada a ser derrotada, su final está cerca. En este sentido, la mejor forma
de participar en la carrera de la humanidad y tomar ventaja ante la rebelión,
es armarnos con las armas del conocimiento profundo de nosotros mismos, de
nuestro origen y del mundo en que estamos. Este es el único camino para la
solución de toda la confrontación. Ahora tan solo nos falta compromiso y
sinceridad como parte que somos de este conflicto.
Lo
que resulta paradójico y en todo sentido
cuestionable, es el hecho de que, si el objetivo común de todos los
factores que conforman la rebelión es el bienestar de la humanidad, entonces
¿Dónde se generan las diferencias? ¿Será que existen intereses personales y no
sociales de alguna de las partes, o tal vez de todas las partes? ¿Quién la está
financiando…? ¡Perdón! quise decir impulsando. Puede también que haya
sinceridad en alguna de las partes y que se esté fallando no en la intención,
sino en las estrategias. Todo esto lo dejamos al buen juicio y criterio de
quienes intervienen en la rebelión. Y que sea el Dios Padre Creador quien guíe
sus mentes, sus corazones y su recto obrar.
Por
otra parte, está la humanidad que en su gran mayoría interviene como elemento
pasivo, esperando a ver qué sucede. Cuando a la verdad, todos podemos
participar de una forma activa; no con armas, ni involucrándonos en el
conflicto, sino más bien, preparando el lugar donde va a habitar La Paz: “nuestros
corazones” y luego hacerla extensiva en nuestros hogares, nuestros trabajos, en
las calles y en todas las actividades humanas; asumiendo una actitud de
tolerancia, respeto y amor hacia los demás.
Esperamos, está bien, que los frutos estén maduros para nosotros, pero
no olvidemos que también nosotros debemos estar maduros para los frutos. La
pregunta que ahora sigue es: ¿Estamos maduros para La Paz? O ¿Aún están armados
nuestros corazones? De nada servirá liberarnos del yugo de las armas y de la
guerra si dejamos vivos a sus padres en nosotros (el odio, la envidia, el
egoísmo, la mentira y la injusticia…). Pues más adelante serán ellos los
protagonistas de nuestros conflictos sociales. No habrá paz social, si
primeramente no hay paz personal.
Comencemos
ahora, y seamos cada uno de nosotros, el primer lugar que dé albergue a La Paz. ♥︎