Viktor Frankl, en el VI Congreso Internacional de Logoterapia (Buenos aires, septiembre de 1987), dijo: “el hombre está caracterizado, desde sus orígenes, por la búsqueda del sentido para su vida”. Hay que construir en nosotros “un impulso” que nos lleve a la superación de nuestro “egoísmo”. Se trata de la auto trascendencia, es decir, vivir por algo más que por nosotros mismos. La auto trascendencia es la esencia de la existencia humana. Hay que auto trascenderse para alcanzar los valores.
Cuanto
más se olvide el hombre de sí mismo, entregándose a una persona o a una causa, más
humano se vuelve. Cuanto más inmerso está en alguien o en algo diverso de él,
es más hombre.
¡Cuántas
personas vencieron la depresión porque encontraron en el trabajo el sentido de
sus vidas! Es muy raro ver deprimido o hastiado a un hombre que tiene a alguien
o algo por quien vivir. En el hombre, igualmente, un impulso de auto
trascendencia a Dios, el infinito. Para llegar a él tiene que auto trascenderse,
Dios es el único ser capaz de llevar al hombre a la perfecta y completa
realización
de sí mismo.
Las
causas del vacío interior, de angustia existencial, de sentido de la vida se
pueden reducir a dos:
1)
la pérdida del instinto y
2)
la pérdida de la tradición.
Contrariamente
a lo que sucede con los animales, los instintos no le indican al hombre lo que hay
que hacer. Al hombre de nuestro tiempo, la tradición no lo dice lo que debe
hacer. Con frecuencia, tenemos la sensación de que el hombre no sabe lo que
realmente quiere, porque va en busca de lo que los demás hacen, desea lo que ve
en los demás, quiere lo que los demás quieren. La gran enfermedad de nuestro
tiempo es la carencia de objetivos, el aburrimiento, la falta de sentido.
Ignoramos lo que queremos. No sabemos lo que sentimos. Nos faltan intereses inmediatos,
valores que nos motiven. Carecemos de objetivos claros. No somos hombres de ideales.
¡Muchas
veces experimentamos profundos sentimientos de hastío y vaciedad, de desamparo
e insatisfacción creciente que se trasforman en verdadera angustia! Son
frecuentes los casos de personas en cuyas vidas, aparénteme ordenadas, se
filtran, sin causa conocida, ansiedades difusas, sentimientos de vacío,
tendencias depresivas y estados permanentes de tensión.
El
asco y la tristeza hacen su aparición en nuestras vidas, cuando hacemos las
cosas por rutina, por hacerlas simplemente, cuando nos guían las apariencias y
no el conocimiento de lo que somos y hacemos, cuando no damos un paso para
mejorar nuestra conducta, nuestros modos de pensar, nuestras costumbres.
La neurosis del hastío es la neurosis de nuestro tiempo. El punto clave para destruirla es sencillo: adoptar un modo particular de lucha con ella, de manejarla y trabajarla. El algunas ocasiones los resultados positivos obtenidos no son completos. Esto se debe, sobre todo, a que ciertas personas no tienen el valor de enfrentarse a las situaciones, o no están dispuestas a asumir todas las responsabilidades de su vida.
En otros casos, los resultados positivos son completos. Cuando las personas se sienten motivadas para enfrentar los problemas, y dan los pasos necesarios para mejorar sus actitudes, el crecimiento es total en la vida familiar, en la vida espiritual y en los valores. Muchas veces las personas no enfrentan sus problemas y los proyectan en los demás. Entonces, los demás pasan a ser los culpables de sus problemas. Huir de sí mismos, no enfrentar los problemas existenciales y las inquietudes, aumentan el vacío y la falta de sentido de la vida.
La
falta de sentido de nuestra vida
Dar
sentido a nuestra vida es pensar, sentir y obrar por nosotros mismos, por el
dictamen de nuestra razón y nuestra conciencia. No esperar la canción, el tema
musical del momento o el “reality” que nos ayude a olvidarnos y a alejarnos más
de nosotros mismos. Tenemos que aprender a distraernos pero en el verdadero
sentido de la palabra, distraernos no de nosotros sino de la cotidianeidad, de
nuestras labores diarias. Dar sentido a nuestra vida es un motivo para ser
felices y hacer felices a los demás. Es elevar nuestra mirada y reconocernos
como criaturas maravillosas dando gracias al Creador por todos nuestros dones;
hasta por el sufrimiento que nos hace fuertes y nos ayuda a comprender y a
madurar. ♥︎
Revista Sembradores