Las crisis son tan antiguas como la raza humana. A través de la historia se registran en grandes períodos, el hombre ha tenido que soportar los embates impetuosos inherentes a las crisis en distintas y distantes épocas, y en diversos escenarios. En este siglo que apenas empieza se presenta en forma por demás vertiginosa.
Satisfactoriamente, la más brava y corajuda de las especies ―la humana― ha sabido sortear las dificultades para superar, con notable éxito, todas las crisis hasta nuestros días, y hasta ha sabido sacar provecho de ellas logrando convertir en auténticas oportunidades, las que ya se avizoraban como unas evidentes debacles. ¿Lo lograremos ahora?
Cambiar es la clave
Las crisis no se superan por el solo transcurrir el tiempo. Si así fuera, bien nos podríamos entregar a la tarea de sentarnos, y esperar que el tiempo corra para que ―como por arte de magia― surja la cura. Las crisis son un indicio de que existimos, pero no de que vivimos. Las crisis se generan como resultado de múltiples carencias en el accionar humano. Para superar las crisis existe una condición que nos impone la misma dinámica: “Cambiar”. Ahora bien, ¿Qué podemos y debemos cambiar?
Uno de los mayores cambios que debemos realizar la mayor parte de los seres humanos, es cambiar la actitud que manejamos hacia el futuro. Obviamente hay que empezar con el hoy. Si cambio mi forma de pensar, sentir y actuar hoy, mi mañana será mejor y pasado mañana superior como consecuencia de hacer lo que debo hacer, como debo hacerlo, cuándo y por qué debo hacerlo.
Si tengo un plan diario, semanal, mensual, anual, ya sé para donde voy y dejo de delegarle mi futuro a la suerte como hasta ahora ha ocurrido.
Porque, incuestionablemente, para quien no tiene un objetivo claro, una meta definida donde llegar, cualquier punto de llegada es igual, terminará aterrizando en cualquier parte.
Valorarnos más a nosotros mismos, también nos conducirá a que valoremos a otros y nos hagamos la vida más agradable y productiva.
Su actitud dice lo que usted piensa y siente. Por eso un tercer cambio de vital importancia es descartar mis actitudes negativas. Las actitudes se manifiestan en patrones de comportamiento, por tal razón las actitudes positivas pueden estimular una acción orientada hacia el triunfo. Debo aprender a ver el aspecto positivo y optimista de lo que la vida me presenta a diario, consciente de que los hechos por sí solos nunca son tan importantes como nuestra actitud hacia ellos.
Otro cambio clave es el de ser más exigentes con nosotros mismos; nos quejamos de cómo nos va, pero no somos honestos a la hora de encontrar las razones y terminamos rechazando una verdad que está latente en cada uno de nosotros: somos cómodos, nos gusta en exceso la comodidad y nos desaplicamos fácilmente, dejamos o esperamos que sean otros los que hagan.
Como quinto cambio mencionaremos la disciplina y todos sus frutos como la puntualidad, el cumplimiento, la seriedad, entre otros, que permitirá manejar una vida ejemplarizante, tan necesaria en estos tiempos. Observe que las personas indisciplinadas navegan por un mar turbulento, indecisas y terminan ahogándose.
Persevere, sea constante; cambie esa rutina diaria que ha predominado en su vida de hacer a un lado sus objetivos, metas, sueños, ambiciones por el primer obstáculo que surge en su camino.
Un séptimo gran cambio tiene que ver con el manejo de su tiempo. Usted debe reconocer lo que es importante en su vida, cuáles son sus prioridades; en la medida que pueda, no ocupe su tiempo en actividades de poca importancia, no prioritarias, que al final lo hacen parecer como alguien que trabaja mucho, que se esfuerza demasiado, pero a quien no se le ven los resultados.
Otro cambio clave, consecuencia del anterior y complemento de la autoestima es el de invertir en nuestro entorno; esto es, dedíquese y dedíquele mucho tiempo a su familia, sea un hombre enamorado, adorador de sus hijos e hijas y de los suyos, y lo más importante: demuestre cariño y hágalo con hechos, con tiempo, con dedicación a los tuyos, así producirá más y la energía que le proveerá ese entorno familiar feliz le generará ideas, dinamismo y entusiasmo a tal grado que ningún logro le parecerá imposible.
Y, por último: ¿Cuántos libros leyó usted el año pasado, este año que está terminando, cuántos cursos o seminarios realizó cuánto tiempo dedicó a compartir con personas que aportan conocimientos, habilidades y cultura general? Cambie para el año próximo: invierta dos o tres veces más de tiempo, dinero y esfuerzo a la actividad de capacitarse. Recuerde que quien trabaja mucho, con calidad y disfruta de lo que hace triunfa y logra las metas que se propone y son los conocimientos que usted tiene de su actividad lo que lo diferencia de los perdedores.
Cambie, no le dé miedo pensar, sentir y actuar distinto positivamente hablando; témale más bien a seguir soportando una vida que usted no merece o no desea. Usted puede ser mejor, sueñe con las imágenes que definirán a un ser humano valioso. Las crisis no son una debacle para que sucumbas en ellas, ¡Las crisis son una oportunidad para que tu espíritu brille!♥
Ernesto Useche
Revista Sembradores
ernestouseche@gmail.com
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