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lunes, mayo 27, 2024

Luz de Esperanza: La Determinación de Esperar Siempre lo Mejor


El deseo de esperar siempre lo mejor y nada más que lo mejor es una llama inextinguible que arde en el corazón de aquellos que se atreven a soñar. Es una promesa silenciosa que hacemos a nosotros mismos, un compromiso con la grandeza y la excelencia. Este anhelo no es un mero capricho; es una declaración de fe en el potencial infinito que reside en nuestro interior.

Esperar lo mejor no significa vivir en una fantasía irrealista, sino abrazar con valentía la posibilidad de lo extraordinario. Es reconocer que dentro de cada día, de cada desafío, de cada oportunidad, hay semillas de grandeza esperando ser cultivadas. Es tener la audacia de mirar más allá de las dificultades momentáneas y ver el horizonte donde nuestros sueños se materializan.

Esta actitud de anticipar lo mejor nos invita a elevar nuestra visión y a caminar con la cabeza en alto, sin importar los obstáculos que se presenten. Nos impulsa a ser constantes, a no conformarnos con lo ordinario, y a buscar siempre ese destello de perfección que puede transformar nuestra realidad. En este viaje, cada pequeño triunfo es una confirmación de que lo mejor no solo es posible, sino que está al alcance de aquellos que lo esperan con fervor y trabajan incansablemente por ello.

El deseo de lo mejor nos convierte en artesanos de nuestro propio destino, forjando con cada pensamiento y acción el futuro que anhelamos. Nos motiva a pulir nuestras habilidades, a ampliar nuestros horizontes y a mantener un espíritu indomable frente a la adversidad. Al esperar lo mejor, no solo nos abrimos a recibir lo que la vida tiene para ofrecer, sino que también nos comprometemos a dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento.

Así, el deseo de esperar siempre lo mejor es un faro de esperanza y superación. Es un recordatorio constante de que estamos destinados a grandes cosas, de que la excelencia es nuestra meta y de que, en nuestro corazón, llevamos la chispa del cambio. Que este deseo nos guíe, nos inspire y nos lleve a alcanzar alturas insospechadas, donde nuestros sueños más ambiciosos se hagan realidad.

Revista Sembradores


jueves, agosto 12, 2021

O servimos o se arruinan nuestras vidas



El servicio es una ley universal de la Creación. No hay nada inútil en la naturaleza.

El sol, para presidir el día. La luna, para iluminar la noche junto con las estrellas. La tierra, para ser la habitación del hombre y la única nave que nos conduzca hacia el futuro y hacia la esperanza.

El hombre, la criatura suprema del universo, para participar del amor del Creador y así ser feliz. Nos creó el amor, para el amor. Fuimos diseñados para amar, y solamente amando podemos ser grandes, eficaces y felices. O amamos o nos destruimos. Esta es la gran alternativa.

En el Capítulo XIII del Evangelio de San Juan, Cristo le lava los pies a los discípulos y después les dice: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien porque lo soy de verdad. Si yo, pues, les he lavado los pies… también han de lavarse ustedes los pies unos a otros… y felices ustedes si comprenden estas cosas y las ponen en práctica”. Y un poco más adelante les da ¡El Gran Mandamiento! “Un precepto nuevo les doy: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. En esto conocerán los hombres que ustedes son mis discípulos.”

Este es el gran distintivo de los cristianos... no es una cruz en el pecho, ni una biblia bajo el brazo, ni siquiera el nombre de Dios en los labios, ni la predicación sobre Él, ni la asistencia al templo… esto se puede hacer como trabajo, por moda. O por captar la atención y la benevolencia de los oyentes, o por seguir la corriente, o por “mil razones” mas no del todo conscientes o confesables… pero servir, servir, servir… es de amigos, es de buenos compañeros, es de humanos, es de la madre, es de grandes. “La gloria está en ser grande y ser útil“ nos dijo Bolívar). Servir es de cristianos, servir es de Dios.

La beata Teresa de Calcuta nos dejó dicho: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. ¡Qué gran verdad! Y felices los que saben servir con alegría, porque la fiesta de su corazón no tiene final.

Pero hay que servir bien, con bondad y con prontitud. Si no, no hay eficacia. Hay seres que son tan bondadosos, pero ahí se quedan; en la sonrisa y en las palabras bonitas, en las promesas y en el bla, bla, bla... la politiquería y la demagogia las tienen a la orden del día.

Los hay también tan ejecutores y activos, pero son tan duros y amargos en sus relaciones, sí, es cierto, hacen cosas, sirven de cierto modo, a su manera, pero dejan tanto que desear; ¡son tan ácidos! Ahí tampoco hay eficacia.

La eficacia y la excelencia son la conjugación del hacer el bien y de la prontitud pero enriquecidos por el amor; solo trabajo, sin alegría, es de máquinas; solo bondad sin obras es de muñecas.

En la Sud-África de los principios del siglo pasado, a la puerta de un gran hotel, a un joven de tez oscura un viajero le pidió le llevara unas maletas a tal piso y que lo siguiera. El joven accedió y al llegar a la habitación, le ofrecieron unas monedas que él rechazó diciendo que él no trabajaba allí. Entonces, —¡por qué subió las maletas!
—Porque usted me lo pidió –le respondió el joven–, el futuro Mahatma Gandhi que trabajaba en esa ciudad como abogado de una importante compañía. Ese joven había comprendido el valor del servicio y eso lo llevaría a la cúspide humana a la que llegó.

Si donde tú estás, allí tú sirves, sonriendo, saludando, abriendo la puerta al otro, recogiendo ese vaso, levantando ese papel, dejando limpio lo que usas, cerrando esa llave del agua, apagando esa luz, oyendo música con el volumen bajo, lavando ese plato, sin tirar la basura, utilizando ese “gracias” o “por favor”, llegando a tiempo, dando esa dirección. Venezuela fuera otra, porque la Patria ¡eres tú! Todo sería eficaz y feliz. ♥︎

Pbro. Ramón Elvidio Rosales
Fundación para el Desarrollo Humano, (FunTaDeHu).

Si quieres darle un valor agregado a tu fortaleza, a tu alegría, a tu salud, a tu capacidad de realizar sueños… Nosotros somos una gran alternativa a esos arrastres, desánimos, pesimismos, depresión y mediocridad. Somos una ventana abierta a la esperanza.

www.funtadehu.org.com
infotadehu@gmail.com

viernes, febrero 22, 2019

La fuerza del amor

Ya es hora de comportarnos como seres humanos, seres superiores sin tantos egoísmos, envidias y mezquindades. Con razón decía el poeta: "¿Qué habrá más reconfortante y que alimente más integramente el alma y el cuerpo que el amor de quienes nos rodean?

Y si seguimos hablando de amores que reconfortan, ¿cómo omitir el amor por la vida? Este amor nos conduce a valorar todo lo que a nuestro alrededor existe: amar la vida es amar a nuestra familia, a la gente y lo más hermoso: es amarnos a nosotros mismos.
De tal manera que debemos y podemos amar desde lo más pequeño, como una flor, hasta lo macro, como el universo del que somos una porción muy pequeña pero valiosa.

Ama la naturaleza con todos sus encantos, maravíllate ante la fruta colgando de un árbol.
Admira las flores y su extraordinaria composición.
Ama la música y sus notas que nos transportan a mundos intangibles y magníficos.
Ama los pájaros, los animales en toda su extensión. Maravíllate ante el canto de las aves. Asómbrate con la risa de otro ser humano.

Disfruta, goza, ama la vida y entonces, solo entonces, podrás estar cerca de ese amor que tanto predicamos pero que no practicamos por el hacedor del Universo, el rey de reyes, el príncipe de la luz, la razón de nuestra existencia; el amor por ese a quien llamamos Dios, al que se llega por el único camino que existe hacia él: el amor por la vida, el amor por nuestros semejantes, el amor por nosotros mismos.♥

Revista Sembradores